Mujeres que se pintan:
El cuerpo femenino en el arte mexicano del siglo XX
Introducción
La siguiente selección de imágenes buscará explorar la representación, así como la conceptualización del cuerpo femenino en la cultura visual mexicana de la primera mitad del siglo XX. Desde los primeros albores de la modernidad mexicana, se establecerá un recorrido visual que explore las distintas representaciones del cuerpo de la mujer, desde la mirada heteropatriarcal y el marco de violencias sufridas desde el cuerpo femenino en un entorno profusamente misógino, para terminar en la
reivindicación de la enunciación y la mirada propiamente femenina sobre su propio cuerpo.
Julio Ruelas
Esperanza
1902
Tinta sobre papel
Isabel Villaseñor
La güera Chabela
1929
Grabado
Aurora Reyes
Atentado a las maestras rurales
1936
Fresco
Centro Escolar Revolución
Mi cuerpo es mío, tengo autonomía...
III. La perspectiva femenina
Como las flores, fue muy breve su vivir...
II. La violencia
Tiene razón, todos los males nos vienen por la viejas...
I. La mirada patriarcal
Lola Álvarez Bravo
Tríptico de los martirios II
1950
Plata sobre gelatina
Fotográfica. Colección Centro Cultural Arte Contemporáneo
Lola Álvarez Bravo
Ruth Rivera Marín
1950
Plata sobre gelatina
Fotográfica. Colección abierta
Frida Kahlo
Unos cuantos piquetitos
1935
óleo sobre metal
48.5x 38 cm.
Museo Dolores Olmedo, México
Frida Kahlo
Frida y el aborto
1932
Litografía
240x 317 cm.
Museo Dolores Olmedo, México.
Carmen Mondragón (Nahui Ollin)
Autorretrato
1927
Colección particular
Leonora Carrington
Autorretrato
1937-1938
Óleo sobre lienzo
65x 81.3 cm.
The Metropolitan Museum of Art, EU.
Frida Kahlo
Autorretrato con pelo suelto
1947
Óleo sobre masonite
61x 45 cm.
Colección particular
Aquí me pinté yo...
Lola Cueto
Acróbata
1947
Grabado y aguatinta
31x 24 cm.
Colección Blaisten
En esta primera sección se explorarán las representaciones del cuerpo femenino por parte de autores masculinos, para poder dibujar el contexto visual mexicano durante los inicios del siglo XX, sumamente limitado a la mirada y a la expresión de la corporalidad y los valores contenidos en la figura femenina por parte de hombres.
Estas imágenes nos permiten observar cómo, desde el ojo hegemónico del hombre, el cuerpo femenino queda como un mero objeto que es constantemente sexualizado y también lastimado, visto únicamente como medio de satisfacción del ojo masculino, que al mismo tiempo anula la humanidad de los cuerpos que fetichiza y demoniza.
Representaciones modernistas
Desde finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, los autores plásticos masculinos emplearon el cuerpo femenino como espacio para la representación metafórica del sufrimiento y la decadencia moral, en contraste con las imágenes heroicas de hombres o el tratamiento particular de la esfera de lo femenino dignificado pero extremadamente idealizado únicamente en el caso de la mujer madre, la mujer maestra o la mujer patria.
Sus títulos y posturas no solo trataron de aludir a metáforas sociales, sino que, excitaron a los privilegiados observadores masculinos que miraban hacia lo prohibido, lo oscuro y lo maligno.
Más allá del tiempo y del soporte
Siguiendo el itinerario iconográfico de la mujer fatal, en la visualidad mexicana perduraron las fórmulas visuales que le darían representación al cuerpo femenino deseable, tendido en su esplendor sensual que ni siquiera termina al momento de su muerte, como en el caso del filme María Candelaria, que al retratar la muerte de una víctima de violencia misógina, retoma la representación del cuerpo frágil, curvo y bello de la mujer incluso después de haber sido asesinada.
Por otro lado, Manuel Álvarez Bravo retrata también a una mujer con los ojos cerrados, tendida y ajena a la mirada que la intercepte, como si estuviera ofrecida para el que mire.
A pesar de que estas dos imágenes responden incluso a soportes correspondientes a tiempos alejados del modernismo decadentista de Ruelas o Contreras, la iconografía de la mujer tendida a expensas de la mirada del otrO, es una permanencia.
Manuel Álvarez Bravo
La buena fama durmiendo
1938
Plata sobre gelatina
18.7x 24.3 cm.
Muse Amparo, México
Después de recuperar pocas de las múltiples enunciaciones plásticas masculinas, en adelante se presentarán únicamente obras de autoría femenina que abordan el problema de la violencia misógina en el ámbito visual y sociocultural del México posrevolucionario.
Recuperar las expresiones femeninas en torno a la violencia nos permitirá pensar cómo, las violencias machistas han sido padecidas por las mujeres principalmente desde el cuerpo.
La violencia en cotidiano
Resalta el interés por las autoras femeninas por representar los episodios de violencias machistas que popularmente eran situados en el ámbito de lo privado, calificados como accidentes o problemas personales. Pocos objetos pueden hablarnos mejor de las violencias machistas como los elementos de comunicación popular, tales como los corridos y los exvotos o pinturas votivas.
La poco conocida Isabel Villaseñor realizó un grabado que probablemente aludió a las narraciones de un corrido en el que se relata el asesinato de una muchacha por parte de su novio celoso.
Por otro lado, Frida Kahlo se reapropió de elementos visuales de la pintura de exvoto, en la que eran comunes las representaciones de atentados extremadamente violentos a mujeres por parte de hombres, generalmente sus parejas o familiares cercanos, para hablar de manera cruda sobre el asesinato de una mujer, y retratar un cuerpo femenino cruelmente torturado.
Las violencias hacia la mujer, en la mayoría de los casos, quedaron encapsuladas en el ámbito de lo cotidiano, normalizadas, pero expresadas por mujeres desde una perspectiva sin precedentes.
La violencia histórica y simbólica
Pocos episodios del muralismo mexicano canónico hablan sobre la participación de Aurora Reyes, quien ejecutó un mural que representó un episodio de guerra en que fueron atacadas mujeres maestras por parte de hombres armados. Aquí, el cuerpo femenino también aparece tendido en el suelo y es objeto del ataque masculino, sin embargo, dejamos de ver a la estetizada desnudez que es pura incluso al morir, o a la mujer fatal que curvea su espalda al desfallecer. La maestra condensa la expresividad del dolor en sus manos y sus piernas que se resisten a la fuerza de la mano del hombre en su cabello. Observar su rostro ensangrentado y golpeado es suficiente para terminar de conceptualizar el dolor de la maestra rural.
Algo similar sucede en la obra de María Izquierdo, que deja de lado a la mujer curvilínea que desfallece en éxtasis entre cuerdas serpentinas, para presentar mujeres inmovilizadas en unas columnas fálicas que parecen ya resignadas a su sujeción, mientras que la mujer en primer plano pareciera estar libre porque está recostada, probablemente soñando.
Después de haber observado la mirada del hombre y las representaciones que abordaron el dolor del cuerpo femenino vulnerabilizado, ahora se observará la manera en que el ojo de la mujer imaginó y plasmó a su propio género, lo que permitirá apreciar las diferencias de enunciación y reflexionar respecto a la incidencia del ojo que produce lo que miramos, especialmente en el caso de las relaciones de poder y violencia entre hombres y mujeres.
La erótica y las distintas corporalidades posibles
Las mujeres también exploraron el componente erótico de su propio cuerpo, sin embargo, el hecho de que se tratara de su propia mirada y no de un punto de observación hegemónico, hace posible observar en desnudos o en autorretratos, un interés introspectivo y menos falocéntrico de la presencia sensual femenina, celebrando la expresividad del desnudo mismo y explorando las posibilidades de autorrepresentación desde un punto de autodeterminación.
Sin embargo, el erotismo no sería la única manera de ver la propia corporalidad, la litografía de Kahlo esquematiza las capacidades creativas y biológicas de su propia anatomía en un desnudo que muestra incluso el interior y el exterior de su propio cuerpo, mientras que el grabado de Lola Cueto trata el cuerpo femenino desde su propia capacidad física al momento de dibujar una marioneta con largas y poderosas piernas, capaz de contorsionarse, creando figuras y volúmenes en el papel a partir de la representación del cuerpo de una mujer acróbata.
Jesús F. Contreras
Malgré tout
1898
Mármol
MUNAL, México
María Izquierdo
Prisioneras
1936
Gouache sobre papel
Dos mujeres con el cabello alborotado, rostros serios y profundos ojos que se miran y se auto analizan. En estas obras de Frida Kahlo y Leonora Carrington, es posible observar cómo la autorrepresentación llega al punto de la exploración y la enunciación de la propia presencia y existencia en el mundo, como lo confiesa Kahlo en el texto que acompaña su retrato.
Mirarse, construirse y retratarse es la declaración de la propia existencia, el reclamo de un lugar para ser, de un punto de vista, y finalmente, de una identidad. Una identidad que, puede crearse de inicio con la imagen del espejo, es decir, con la mirada propia.
Las imágenes presentadas en este recorrido dejan ver en cierta medida cómo las mujeres se comunicaron con un lenguaje visual que se presentó al margen de la visualidad hegemónica dictada por el ojo heteropatriarcal, para reclamar un espacio de enunciación y representar los temas que les atravesaron desde su condición como mujeres.
El final de este recorrido visual ha pretendido recalcar la importancia de reflexionar el origen de la mirada y la posición de quien observa y quien produce imágenes.
- Paulina Justo
Emilio Fernández
María Candelaria (Xochimilco)
1943
102 minutos
Stills de largometraje
Fuentes consultadas
Affron, Mathew, et.al., Pinta la Revolución: arte moderno mexicano, 1910-1950, México, Museo del Palacio de Bellas Artes y Philadelphia Museum of Art, 2016.
Bartra, Eli, En busca de las diablas. Sobre arte popular y género, México, TAVA Editorial, UAM –X, 1994.
Deffebach, Nancy, “María Izquierdo: arte puro y mexicanidad” en Co-herencia, vol. 15, n. 29, julio-diciembre, 2018, pp. 13-36.
Del Conde, Teresa, “Lo popular en la pintura de Frida Kahlo” en Anales Del Instituto De Investigaciones Estéticas, 13(45), 1976, pp.195-203. Disponible en http://www.analesiie.unam.mx/index.php/analesiie/article/view/1020/1007
Herrera, Hayden, Frida: Una biografía de Frida Kahlo, México, Diana, 2004
Oles, James, Arte y arquitectura en México, Taurus, México, 2014.
Pink is Punk
Los diversos yo en el arte y la cultura visual del tiempo reciente
Introducción
El arte contemporáneo y la cultura visual del tiempo reciente se han caracterizado por diluir los límites estéticos, técnicos, temporales, geográficos y políticos en las obras, fincando en la heterogeneidad y el desafío a la norma gran parte de su identidad.
Esta muestra se compone por una selección de obras fundamentales (y no tan fundamentales) del arte producido después de la segunda mitad del siglo XX que, a pesar de sus diferencias técnicas y temporales, exploran la identidad humana desde la diferencia. Más allá de la diferencia sexual asignada a los cuerpos "femeninos", esta muestra apuesta por incluir en el análisis feminista las otras múltiples maneras y niveles de expresar la alteridad en el terreno del género y la sexualidad, sin ignorar la especifidad de la violencia y reconociendo los cuestionamientos que estas obras nos arrojan sobre nuestra propia identidad.
Judy Chicago, The Dinner Party, 1974–79. Ceramic, porcelain, textile, 576 × 576 in. (1463 × 1463 cm). Brooklyn Museum
Carmen Serratos Chavarría, Chinga tu pito pendejo o Venganza epistémica, 2020, libro intervenido, Salón Silicón
Femipunk - Femipop
i. Intervención feminista
Me quiero morir
ii. Más allá de la norma
Mundo Meza, Mermaid with Mandolin, 1984, acrílico sobre tela, MOCA, Los Angeles
Laura Aguilar, Clothed/Unclothed 20, 1992
Laura Aguilar, Latina Lesbians (Yolanda Retter), 1987
Violencias
iii. Denuncia y cuerpo
Andrea Villalón, Gabinete de 2019, acrílico sobre tela, 2019
Lorna Simpson, She, 1992, Collection Museum of Contemporary Art Chicago
Donna Gottschalk, Helaine on her girlfriend’s lap, 1974
Cumbias Borrascosas, Yaoi mexicano(fragmento), cómic, 2019
¿quién eres?
Polvo de Gallina Negra (Maris Bustamante y Mónica Mayer)
Receta del grupo Polvo de Gallina Negra para hacerle el mal de ojo a los violadores o el respeto al derecho del cuerpo ajeno es la paz, performance, 1983
Magali Lara, Ventanas, Collage, 29.8 x 27 cm., 1977 - 1978
Maris Bustamante, El pene como instrumento de trabajo (Para quitarle a Freud lo macho), careta, impresión sobre cartón, 1982, MUAC
la cagué, ¿y qué? ¿y qué? ¿y qué?
Esquemáticamente, a partir del movimiento feminista de segunda ola y en adelante, se implantarían en los campos de las ciencias sociales y el arte, reflexiones y denuncias en torno a la identidad de la mujer, los roles de género socialmente impuestos, las violencias patriarcales, la libertad sexual y la representación o falta de representación femenina en el mundo político y visual.
Las artistas contemporáneas abiertamente adscritas al movimiento político y estético feminista expresaron el malestar patriarcal desde heterogéneos actos artísticos como la performance, instalaciones, intervenciones o canciones. En México, Polvo de Gallina Negra fue el primer grupo de arte feminista que pondría en evidencia las condiciones de vida de la mujer en un contexto profundamente misógino y violento, no obstante, las expresiones artísticas de Bustamante y Mayer siempre estuvieron acompañadas por una filosa ironía y ácido humor. Feministas del norte y sur global reivindicaron la presencia de la mujer en las artes y criticaron la narrativa profusamente patriarcal de la historia occidental y sus íconos.
Sofía Weidner, Fragmentos, bordado sobre bastidor, 30 x 30 cm., 2018, Casa Equis
Patti Smith, Gloria, Horses, 1975, Arista Records
Ana Mendieta, Sin título (Rape Scene), performance, 1973
Carla Escareño, Mujer renaciendo, 15 cm., tatuaje single needle, 2020
Conclusiones
El reconocimiento de la diferencia y la diversidad humana desde dispositivos visuales y estéticos hacen posible posicionar a lo largo del tiempo y el espacio preocupaciones artísticas y políticas que hoy en día nos competen como individuos y sociedad.
En un contexto de profusa violencia patriarcal y además, profunda homofobia, lesbofobia, transfobia, y demás odio a la alteridad; se vuelve necesario revisar la diferencia y la disidencia desde enfoques que permitan restructurar teórica y políticamente la convivencia y los órdenes sociales preestablecidos. El feminismo ofrece, desde una perspectiva interseccional, decolonial, disidente, artística, jotx e histórica, una serie de herramientas útiles para reestructurar el orden de la mirada.
Una constante
A pesar del interés del feminismo de segunda ola por las opresiones sociales del género y la denuncia por la liberación corporal y sexual de las mujeres; muchas de estas consignas emanarían de un eje de visión acortado, limitado a las condiciones y contextos de las mujeres blancas del norte global, pasando de largo las opresiones en razón de etnia, contexto geográfico, histórico e incluso también la expresión sexual.
Las artistas feministas latinoamericanas se percataron de que las violencias atravesadas por las mujeres en el sur global eran particulares, y abrieron canales de comunicación que incluyeron su experiencia, la participación de otras mujeres y el público general. El acoso callejero, las violaciones y el feminicidio recuerdan los niveles de violencia patriarcal hacia lxs cuerpxs femeninxs del pasado y el presente.
Mónica Mayer, Tendedero, instalación/performance, 1978-1979
Issa Téllez, Series Culto lencho: Echando bugas fuera, textil / videoperformance, 2021, Salón Silicón - Kurimanzutto
... and he was a she
Las inquietudes respecto a los roles de género, el sexo y la sexualidad humana progresivamente irían abriendo paso a reflexiones desde y más allá del feminismo.
La idea de liberación sexual pondría en duda la normatividad cisheterosexual, y posicionaría al cuerpo, el placer, la resistencia y la diferencia como centro de la creación estética.
El homosexualismo, lesbianismo, travestismo, transexualismo, el no binarismo, junto a la crisis del el vih- sida y las expresiones de violencias homofóbicas formarían parte del escenario vivaz de las metrópolis artísticas como Nueva York, intervenida por Warhol, la heroína y la escena punk.
En México, las muestras e indagaciones de identidades sexuales disidentes pondrían en crisis al macho-nacionalismo impreso en la historia y plástica oficial, además de los valores tradicionales de la familia y la religión católica.
Nahum B. Zenil, Soy puro mexicano, acrílico collage sobre tela, 2001
Manuel Solano, Taos, acrílico sobre tela, 2020, Salón Silicón
Mick Rock, Lou Reed Bowie Kiss, 1973
Anaís Vasconcelos, sketchbook, 2020
Ultrasónicas, Vente en mi boca, Yo fui una adolescente terrosatánica, 1999, Munster Records